lunes, 29 de abril de 2013

Poetas durmientes.






Jamás rendirán el ardiente,
brillo que anida a su salvo,
en pecho de gente valiente,
que beben la vida a tragos,
procurando dejar suficiente,
para aquellos que sigan sus pasos.

Y en madrugadas silentes,
vigilan la luna en ocaso,
dejando un beso en la frente,
mientras se alejan descalzos,
del lecho que sigue caliente,
y aún les ofrece sus brazos.

Bellos poetas durmientes,
que llevan a cabo un trabajo,
no buscan las letras ni quieren,
tan solo rimar con sus pasos,
las piedras y flores silvestres,
pintadas de nieves de mayo.











lunes, 22 de abril de 2013

Normas, leyes y demás.






Me alimento del silencio,
que rechaza la marea,
del cual se rumorea,
no servir en la ciudad.


Me acaricio con el viento,
que despierto tararea,
abre tu alma y saborea,
la más pura libertad.

Con el brillo me sorprendo,
que se alienta y pavonea,
ser el único albacea,
del rocío matinal.


En mis propias carnes siento,
que los bosques colorean,
la sangre que me hormiguea,
sin poderlo remediar.

Y te digo que no miento,
cuando mis manos rastrean,
y mis piernas deletrean,
sendas sin domesticar.

y me alegro de ir subiendo,
con mi esfuerzo que jadea,
alejándome del centro,
y su cruel comodidad,

donde la pereza culebrea,
y las normas son un cuento,
que a hurtadillas boicotean,
la ley de la gravedad.








domingo, 14 de abril de 2013

Poder individual.





Esa mañana me di cuenta que tenía un poder especial, superior al mayor poder político, religioso, económico o social que pudiera imaginar. Nacía de mi interior, cada día, justo antes de salir el sol.

Con él era capaz de ascender cualquier cima y una vez allí arriba sentir la paz y seguridad que antes de un día, si me pusiera a caminar, alcanzaría el punto más lejano que mi vista pudiera tocar.





Se alimentaba del silencio,
tras pasar la tempestad,
orgulloso del esfuerzo,
necesario para amar,
humilde y poderoso,
me crecía en soledad.








miércoles, 3 de abril de 2013

Emboscada.




Fui llevado por el viento,
perseguido por mi calma,
ignorante del peligro,
de salir solo de casa.

Emboscado por almendros,
que amenazan con sus ramas,
sólo llevo, yo les digo,
cosas que no pesan nada.

El sabor de muchos besos,
el aroma de la playa,
el sonido de los trinos,
el rubor de la mañana.

Los tambores de mi pecho,
como de Semana Santa,
refrescados en rocío,
que sobró de la velada,

De repente me hacen preso,
sin decir media palabra,
yo les muestro mis permisos,
de alegría y esperanza.

No se fían de mis gestos,
necesitan ver mi alma,
caigo al suelo confundido,
me disparan flores blancas.