miércoles, 17 de octubre de 2012

Sin contrato de permanencia.





Que no, que no soy deportista,
aunque me aliste en carreras de pueblo,
lleve casco y guantes de ciclista,
descienda montes en patín de fuego,
o al alba me abrace a la piscina,
tan solo un alma dubitativa,
un simple padre de familia,
que convierte gotas de sudor,
en diamantes de fatiga,
tempestades de interior,
en senderos de intriga,
retales de tiempo sin valor,
con los que hago maravillas,
y compruebo cada aseveración,
entre firmes embestidas,
derribando muros de temor,
con mis propias zapatillas,
burlándome de la exitosa canción,
sin esfuerzo tendrás a la cima,
y le apuesto a los astros sin el sol
quien parpadee pierde la partida,
y me asombro del vacío balcón,
que recibe sin aliento el nuevo día,
hallar pisadas de pasión,
allá donde nadie lo diría,
sentir mi pulso como un tambor,
que cruza mi mente de orilla,
y entierra mi pereza y su perdón,
en la tierra prometida,
arreglar segundos sin control,

que van quedando a la deriva,
convertirlos con esfuerzo y tesón,
en bello ramo de poesía,
que ofrezco por pura cortesía,
sin permanencia, ni condición,
sólo con darse de alta en la vida.









Turó de les onze hores



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