domingo, 4 de diciembre de 2011

Mantener el fuego.



"Tendrás que seguir tú solo. Yo no puedo ir contigo. Tienes que seguir adelante. No se sabe lo que puede deparar la carretera. Siempre hemos tenido suerte. Tú la tendrás otra vez. Estoy seguro. Anda, ve. No pasa nada.
No puedo.
Tranquilo. Esto se venía venir desde hace tiempo. Ya está aquí. Continúa hacia el sur. Haz como hemos hecho hasta ahora.
Te pondrás bien papá. Tienes que ponerte bien.
No. Lleva siempre encima la pistola. Necesitas encontrar a los buenos pero no debes de correr ningún riesgo. Ninguno ¿Has entendido?
Quiero estar contigo.
No puede ser.
Por favor.
No. Tienes que llevar el fuego.
No sé cómo hacerlo.
Sí que lo sabes.
¿Es de verdad?  ¿El fuego?
Sí.
¿Dónde está? Yo no sé dónde está el fuego.
Sí que lo sabes. Está en tu interior. Siempre ha estado ahí. Yo lo veo.
Llévame contigo. Por favor.
No puedo.
Por favor, papá.
No puedo. No puedo llevar a mi hijo muerto en brazos. Pensé que podría hacerlo pero no puedo.
Dijiste que no me abandonarías nunca.
Lo sé. Perdona. Te llevo en mi corazón. Como te he llevado siempre."


Fragmento del libro  La carretera de Cormac McCarthy.




Termino de leer la última página del libro La Carretera de Cormac MCCarthy, me aplasto unas lágrimas que llevaban horas temblando contra mi cuenca ocular, la piel de mi corazón ha servido para forrar unas páginas  tan duras y desgarradoras como ,tal vez en un posible futuro de la humanidad, realistas. Una pesadilla en la que los supervivientes prefieren morir a ser los despojos de un mundo que se termina.





Y al momento mi hija me pregunta si me puede acompañar a correr por el campo. Subimos la cuesta de la ermita,  testigo años atrás de mi enlace sentimental con la mujer que comparte mi vida y es madre de mis hijas.






Continuamos disfrutando los dos, padre e hija, de una fresca mañana despejada, con olor a pueblo, el azul del cielo contrasta con el gris ceniciento que envuelve el cielo del libro, la verde hierba, con los troncos calcinados y los tallos muertos del camino, el aire limpio, con la lluvia de cenizas y los atronadores lamentos de una tierra extinta.



Y me pregunto,... os pregunto a vosotros, ingenieros, músicos, arquitectos, poetas, chapistas, banqueros, escritores, funcionarios, desempleados, blancos, reporteros, heteros, gitanos, profesores, cristianos, negros, budistas, licenciados, carniceros... ¿cuánto tiempo, por cuánto tiempo seríamos capaces de mantener vivo el fuego?.

Prefiero no saberlo.






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