domingo, 31 de julio de 2011

¿Miedo?






Temo lo desconocido,
la noche, la muerte,
perder mi buena suerte,
los muros del camino.

Miedo del vecindario,
a ser visto sin maquillaje,
a no llevar suficiente equipaje,
a los días del calendario.

Temor a ser despedido,
a ser un fracasado,
un tipo blando y callado,
poco competitivo.

Miedo a no ser querido,
en un mundo que cada vez más parece,
el resumen de las trece,
de un mal telediario.

A beber a morros de la fuente,
a doblar la esquina,
a cruzar el viejo puente,
a subir la colina,
por si pronto oscurece y llueven
molestas gotas sin previa cita.

Y miedo al día que escondido,
me asalte con su dolor,
y muestre todo lo que por temor,
no haya vivido.




viernes, 22 de julio de 2011

Anónimo.

Una palabra negada,
sufrimiento inhumano,
el regreso a las ramas,
ascuas por el esófago,
dudas atragantadas,
perdió el intelecto,
venció la nada,
un vacío uraño,
se llena de distancia,
recuerdos soterrados,
junto a una chispa de alma,
se evapora el contacto,
caminos que se alejan,
sin decirse gracias,
veneno que se toma,
esperando ver,
una estrella desplomada,
la aridez de la mañana,
cicatriza las miradas,
y el cariño se abre paso,
por la jungla de la vida,
a machetazos.

viernes, 15 de julio de 2011

Algebra subjetiva.

En la curva de tus labios,
anidan los trinos de las aves,
acordes de largo que vestidos de gala,
enmarañan tus cabellos al verano,
perfumados por la magia de un hada,
y de la tinta del rocío,
que escritura la mañana.

¿No sabes de qué te hablo?.
Imagina pues, un océano mutilado,
una cuna de sollozos,
o un monte quebrado por el rayo humano,
el silencio posado en las ramas,
o un brisa que precisa,
tres visados para unirse al alba.
Un amanecer que febril tose,
por el virus de la desgana,
vomitando nubes de sangre,
que manchan nuestra mirada.
Albinas cumbres que se ablandan,
ante los focos de la falacia,
cambian piedras y senderos,
huellas, calor y esfuerzo,
por la mórbida frialdad,
de unas escaleras mecánicas.

¿Todavía no adviertes nada propio,
detrás de tus entrañas,
tu parte más fiel, antigua, inmaleable,
alejada de modas y temporadas,
capaz de percibir la belleza,
la de siempre, la no dictada,
la que fluye tras tu ventana,
tras las calles asfaltadas,
la que por el río descendía,
cuando de niño lanzabas pedradas,
y ahora, muere como cualquier día,
por la cruel pereza devorada?.

Es hora de tomar las armas,
libros, pensamientos propios, respeto,
y palabras meditadas en silencio,
que pesen poco,
como aviones de paja,
para ser lanzados,
junto a mariposas de esperanza,
que pinten la yerba de verde,
de marrones la labranza,
liberen las flores de su sequía,
y se posen en las sábanas ocres,
que al sol tu madre tendía,
lavadas con agua de fuente y ceniza,
como antes de haber televisores,
antes de perder la sonrisa,
cuando un fuego por la noche,
ardía sólo con vino y poesía.


¿Eres de letras, verdad?,
lo suponía, yo fui de ciencias,
y terminé por comprender,
que también en matemáticas,
para cualquier “equis” muy propia y subjetiva,
existe una “y” de sentimientos,
que tiende a buscar las palabras más bellas,
que definan el álgebra de un alma.

lunes, 11 de julio de 2011

La montaña.




Incluso sin ser alta, ni famosa, ni agraciada,
solterona firme, ingrata y algo dejada,
como una fábrica abandonada de sueños,
de piedras silenciosas y nubes bajas,
la veo de lejos, desde mi ventana,
que callada guarda sus enseñanzas,
sus misterios, como el padre tierno y severo,
que con una mano llaga mis ligerezas,
con la otra, me acarician sus laderas.
De sus cimas y umbrías aprendo,
el deshielo de indómitos versos,
que fríos, gotean entre helechos,
tras recorrer pantanos, tierras yermas,
bancales de esfuerzo, ramblas secas,
y regar los naranjos por las acequias,
para luego ser tallados y metrificados,
en las cálidas playas de los poetas.
Y no es alta, ni conocida, ni bella,
mas tolera mis pensamientos y mis huellas,
y recibe mi sudor sediento,
y escucha mi corazón latiendo,
que sin prisa vence las distancias,
y tan solo llora, su escaso tiempo.