lunes, 22 de febrero de 2010

Gota dulce en mar salada

Gota de agua dulce en mar salada.

Nazco en cumbres de temblorosos cielos,
Caigo, y por suaves brisas soy mecida,
Cunas de hierba y tierra humedecida,
Acolchan mi camino entre riachuelos.

Juego en salvaje torrente de hielos,
Por helechos y musgos protegida,
Espejeando azules amanecidas,
Feliz, libre de culpas y recelos.

Diques que acallan mi jovial dulzura,
mezcolanzas con cauces malheridos,
Silenciosas, bajamos cual manada.

Dónde quedó mi fulgor, mi frescura?
Cuándo cambié mis sueños perseguidos?
Soy como gota dulce en mar salada.



Cómo perdemos ese frescor original y primitivo?
En qué momento de la vida?
Supongo que es un proceso tan lento y progresivo que no lo percibimos.
Nos mezclamos con todo tipo de influencias externas, unas provechosas, otras, no son más que losas que metemos en nuestra mochila de viaje.
Hace tiempo prendí hogueras con la leña resultante de cortarle el prefijo a algunas palabras como…

“PRE-ocupado” Te preocupas de cosas que no han pasado y tal vez no pasen, por lo que pierdes un tiempo precioso para vivir el presente.

“PRE-juicios” Impide juzgar con claridad situaciones de la vida, dando por buenas, valoraciones de terceras personas, sin pararte a analizarlas por ti mismo.

“PRE-visto” Perder la capacidad de asombro. Por supuesto, eliminando cualquier tipo de sorpresa, ya sea buena o mala.

“PRE-cavido” Emplear tiempo en evitar abundantes y horripilantes peligros que se supone nos acechan a la vuelta de cada esquina.

Las cenizas resultantes, las esparcí un día de verano que paseaba en bicicleta por toda la Sierra de Irta.
De golpe, me vi remontado cuatro presas río arriba, encontrando aguas para nadar, más puras y cristalinas.

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